RECUERDOS & TEXTOS, SOUVENIRS & TEXTES, COLLIOURE AVEC VOUS

Merci pour ces heures inoubliables, d’écriture, de partage entre différentes cultures, de créativité, de découvertes, de rires et d’émotion : de vie.
Ci-dessous certains de vos textes écrits lors de notre séjour à Collioure !
 
Gracias por estas horas inolvidables, de escritura, de intercambio entre diferentes culturas, de creatividad, de descubrimientos, de risas y de emoción: de vida.
¡A continuación algunos de vuestros textos escritos durante nuestro intensivo en Collioure !
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Ella y el duelo suspendido 
Que no me mire porque lo sabrá.
Su mirada cristalina, casi transparente, celeste, a veces amarilla, rogaban y agradecían.
Era una adolescente cuando la conciencia del amor profundo me habitó.
Ella, mi madre despertaba ,entre el sudor y aquel frío metal de una cama de hospital ,de un sueño que la devolvía a nosotros.
Nunca un lugar pareció tan frío sin serlo.
Cuando cruzamos las miradas nos acercó esa conexión a pesar de estar inmóvil.
Supe leer como seguramente en mi niñez perdida esa mirada llena de amor,miedo,esperanza, resignación y muerte. Fui temerosamente feliz.
Estiró su mano derecha frágil y fuerte, entre sondas, cables, sangre y temblor; me di cuenta …
Quería sonreír.Necesitaba su prótesis que en una especie de monederito plástico e impoluto descansaba sobre la mesita en espera de su mirada.
Me adelanté enseguida. Sentí su mano en la mía. Sonreí con amor y dolor.
Me sonrió con sus ojos y su blandita piel de las mejillas.
Mamá volvía a vivir. Y yo también.
Aún temblaba el latido en mi
garganta ,en mis manos ,y en las delgadas piernas de mi juventud.
Junto a su cama celebré la vida sin artificios, porque cerca estaba la muerte y esperaba.
La seguía desde que yo vestía aquellas ropas gemelas a mi hermana y zapatitos negros con hebilla.
En aquel entonces los vestidos no me resultaban incómodos.
Nunca me di cuenta de lo cercana que estaba la muerte.Era tan joven, era imposible.
Para ella el estar viva suponía luchar , y el estar muerta pendía y asomaba,como en un reloj de arena pende cada grano que agota su tiempo.
Ella, mamá en aquellos tiempos me enseñó mucho más que a atarme los cordones. Me enseñó a no darme por vencida;aunque el olvido suele visitarme con frecuencia.
Aquel día , en aquella habitación con todo bajo un aparente control, entendí cómo se quiebra la vida. A pesar de eso, la pelea en mi interior para ocultar el miedo, para que la sospecha de lo que era certeza no fuese delatada, fue callada, muda, perceptible, evidente. Ella lo sabía.
Qué no sabe una madre?
Un momento! Quiere contarme…
“ Crucé un túnel”
Adornado con trajes y siluetas luminosas la recibían caras familiares con una mueca de amor y piedad. Abuelo Pirucho estaba allí me dijo.
Mis días se tornaron despedida de la despedida. Celebración por cada segundo.
Luto a solas, calma y zozobra.
Ella. ¿Qué pensaba ella tan solita entre pitidos y fluidos? Acompañada tan solo por el miedo y la esperanza.
A veces me dice:
“cuando escucho un pitido sin fin, creo que la que se va soy yo. Hija me da miedo”. Me cuenta con risa nerviosa.
Podía más su vida que su muerte?
Para mí su muerte podía con mi vida.
Hoy vive con rabia por no haber vivido.
Ha muerto por años.
Y muchos años por ese miedo ,de mí, se fueron sin guardar. No recuerdo haber vivido.
Es tan valiente…
Muere en pausa como lo hacen mis fresias.
Y si ya lo sabe?

 
Claudia Casanova

 

 

El blanco de la página guarda el potencial de evocar lo que mi memoria no puede soportar, la languidez de mi convicción, lo ambiguo de mi vaivén, la falta de concreción, lo absurdo de concretar, la obsesión de determinar lo que debería estar y lo que no.
Me rechista, me grita, me silencia, me guarda rencor, me pregunta por qué, me dice cosas que no entiendo, no sé escucharlo, no sé descifrar el silencio, y allí me guardo y me escondo. Me niego y me encuentro.
Fulmina y nutre, exprime el tiempo, no calcula y a la vez especula. Todo lo que está, es. Soy yo. Pero qué falta?
ODIO el blanco de la página, necesito obcecadamente definirlo. Falta mucho, pero SÉ que es sólo un plano. Conviven lo fantástico, lo esotérico, lo erótico, lo histórico, lo multiforme, lo elegante, lo ínfimo, lo grosero, lo anecdótico, lo parcial, lo sublime, y yo aquí tan nada, amasando tinta para llegar a ninguna parte.
Y no hay final ni principio. Y vuelta a empezar, sintiendo la carne.
Quién se ha ido? Qué es mío? Nada vuelve como la primera vez. Y esta tierra fértil me permite reconquistar un cuerpo que siento cada vez más mío.
Bendito espacio en blanco.

Silvina Gentile

 

 

Alguien subía la escalera y ella se asomó desde el rellano.

Ni luz ni sombra, ni calor ni frío, ni sonidos ni silencios;

Un disparo visual...

Todo empezó,

Todo ocurrió,

El tiempo no existió durante mucho tiempo.

Todo acabó.

Mar Esparza

 

 

Souvenir en super 8

J’ai les souvenirs en super 8, un film muet fait de vacances d’été et de bonheur enregistré sur bobine pour ne pas oublier. La mort, je l’ai connue. C’est fermer les yeux et plus rien. Plus rien c’est le désir qui nous quitte. C’est une bouteille de whisky que l’on vide. C’est ce que demande l’absence. C’est se trouver devant une bouteille vide éclairée par une bougie vacillante.

La mort c’est une bobine super 8 celui de mon mariage. C’est voir son rire et ne plus l’entendre. La mort c’est vieillir avec seulement l’absence, c’est dire tout ce qui aurait pu être. Je n’ai jamais cru qu’un cœur puisse s’arrêter, qu’il est étonnant de voir un corps aimé sans vie. Un jour, je me suis levé et elle était morte.

Anévrisme. Dernier mot d’une histoire d’amour.

Mon cœur ronronne, c’est le son d’une caméra super 8, C’est le moment où j’ai filmé ce rire à jamais silencieux.

Jean-Eric Wild

 

 

« Allô…Maman….. Maman, la maison est en ruine »

Il était 3H00 du matin quand Jezabel se décida à appeler sa mère.

Toutes les lampes étaient allumées éclairant le dialogue entre le jaune des murs et le cuivre du parquet. Une harmonie d’antan dans laquelle LES BLEUS ne trouvaient pas leur place, et encore moins LE ROUGE. A moins que ce ne fut pour dessiner le paysage du chaos. La peinture du désastre. Le débit de la fin.

Plusieurs fois pourtant, Jezabel était rentrée dans la maison en regardant, sur la cheminée, des figurines de verre de Murano, comme des ennemies potentielles. La douceur et l’amour de Venise dans la folie d’un lieu partagé, aimé, décoré et…anéanti.

Mille fois encore son corps avait frissonné devant cette photo encadrée sur le mur principal du grand salon. Une photo magique en noir et blanc, dont le cadre n’avait plus de verre, l’ayant abandonnée ainsi à se laisser jaunir par les volutes nicotinées, les atomes de poussière, les particules de sable. Avec le temps de l’usure, les regards avaient changé, semble-t-il du moins, car le voile invisible sur la photo racontait tout autant un amour...long…qui ne pouvait pas s’arrêter.

4H00 du matin.

La mère de Jezabel entra dans la maison. Passées la stupéfaction, la sidération, elle regarda sa fille dans un mélange de gouttes d’eau dans les yeux et un doux sourire aux lèvres.

4h15 du matin. Elles sont parties

Sous la photo sans vitre, restait un mot pour son lecteur

« Je t’aime toujours, mais sauve moi

Pars, parce que moi, je ne le pourrai pas »

Isabelle Gaillard

 

 

 

 

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